SIERRA DE ESPADÁN, CUEVA DEL ESTUCO
Circular de medio día - 6km - Dificultad media

23 de Marzo 2014


 

CRÓNICA



Hola Gladis. Omitiré lo de querida porque no sé si es eso lo que quisiera poner entre hola y Gladis. Segura que me entiendes, la inteligencia te asiste. Segura que lo entiendes, el sentido común, que debiera ir con tu equipaje, te dirá que no es de recibo presentarte sin aviso previo, venida de muy lejos, para revolotear por mis fueros, picotear a tu antojo y volar nuevamente junto a tu Jean Pierre mientras una, solitaria y encamada se retuerce y te recuerda, ¡y bástele con eso! A veces ofendes «querida».

Tomaré aire para relajar mi fustigada alma y mis menos doloridas piernas, algo que no creí posible después de un parón superior al mes y enfrentada al buen desnivel que para alcanzar la cúspide del Espadán hay que batir. Bien mis piernas, como te digo, no tan bien el guía que nos llevó hasta las alturas, ¿creerás que en un momento me despisté y casi me extravío?, ¿y tú viste al guía? Hube de llamar a un móvil y conseguir hacerme oír y que mi voz causara cierta alarma y se advirtiera mi extravío. Egresada del despiste regresé al buen camino llegando a la cumbre junto con los 23 que fuimos. Sí esas palmeritas de las que nunca te hablé fueron nuevamente devoradas un poco más abajo del pico al amparo del molesto y fresco viento.

Tanto subir, Gladis, más que en Espadilla diría yo, para luego, paradojas del senderismo, volver a picar con fuerza hacia abajo, tanto que algunas posaderas posáronse, sin deseo de ello, en el resbaladizo y quebrado suelo severamente desgastado por fondistas de montaña que a la carrera arrasan con las sendas. Esta Bajada fue necesaria para acceder a la cueva llamada «del Estuco». ¿Ritual?, el de siempre: dejar mochila, encendido de linternas —unas más afortunadas que otras— querer entrar la primera, acongojarme por miedo a resbalar, ayudarme de las cuerdas y… ¡Sorprenderme!, ¡qué belleza bajo el suelo!, ¡cuán imbéciles los que la desgajan! Nos hicimos la foto de rigor en total oscuridad y salimos bien, en la foto y de la cueva… ¡Hablando de cuevas y salidas!, un día te cuento quién fue Eurídice en la mitología griega, ¡qué tremenda historia la suya! Su amado esposo Orfeo, lira en mano, convenció a Caronte, amansó a Cerbero y conmovió hasta al mismísimo Hades suplicándole poder sacar a Eurídice del mundo de los muertos; y a poco que lo consigue si no hubiera quebrado la condición que le puso el dios Hades: «tu amada irá tas de ti, mas no podrás volverte a comprobarlo, si lo haces la perderás para siempre»… y a punto de salir de la cueva, corroído y sufriente por la duda, se volvió. Eurídice sí estaba tras él, y fue cruzar miradas y ser arrebatada para siempre al eterno inframundo. ¡Cuánto lloró Orfeo!

Gladis, prometo estar menos enfadada la próxima vez, baste por hoy.

Eurídice de Arjona.

PD. También tuvimos cervecitas en el bar, ¡salud!

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