PEÑÍSCOLA, SIERRA DE IRTA
Circular de todo el día - 18km - Dificultad media

3 de Mayo 2015


 

CRÓNICA



En resumidas cuentas valdría a indicar que comenzamos en «Residencial Édison» (puede que sin tilde en la «E»), junto al mar; que de allí nos fuimos a la ermita de San Antonio, de ésta al Mas del Señor, del mas a la playa, de la costa a Torre Badum y nuevamente a «Residencial Edison» (esta vez sin tilde en la «E» para que al menos una de las dos menciones valga)… A esta sucinta manera de contar las cosas podríamos añadir una nota calurosa y muy soleada a todas las indicaciones y ya estaría la marcha explicada…

Pero no, hoy tengo ganas de escribir y por ello a lo dicho anteriormente decido añadir, de punto en punto, un pequeño desglose. Veamos:

Desde el punto uno al dos —Édison a San Antonio—… El calor fue una constante en todo el recorrido, por ello no lo recalcaré como propio de un tramo concreto, lo mismo ocurrió con cierta neblina, que tan solo al final desaparecería casi del todo… Pero vamos a por San Antonio —su ermita—, que estaba trescientos metros más alta que la residencia del señor Édison. De camino nos dimos con multitud de farolas y ningún edificio, supusimos que caminábamos por algún, espectral todavía, polígono lúdico-industrial-residencial-vaya usted a saber… Más arriba: «Compre un nicho y llévese dos». Doy fe que no se trataba de un cementerio aunque oliera un poco a muerto o a podredumbre especulativa; allí estaban las casitas, los «nichos» a criterio del que hizo la pintada… San Antonio desde lo alto bendecía con su silencio y con la fresca agua de su pozo. Y aunque un cartel indicara que el reparto de paella sería sobre las dos, no hicimos caso y optamos por tomar de lo nuestro y de lo del vecino si éste se prestaba a ello… habiendo tomado —comido y bebido, entiéndase— nos fuimos de allí.

Tramo segundo —del punto dos al tres— de San Antonio al Mas del Señor: montaña, monte bajo, aromas, bichitos, calor, calor, calor, visión completa —más allá de sus farolas— del polígono antes nombrado. Perdemos de vista «nichos», subimos, bajamos, serpenteamos, esperamos, resoplamos y, casi por sorpresa, verdor y umbría: Estamos en el Mas del Señor. Muy tajado desde la última vez que estuvimos allí. De los árboles grandes apenas quedan cuatro en pie, los demás, serán como sus papás dentro de bastantes años. No tomamos de su agua sí de su sombra.

Tramo tercero —Mas del Señor, playa—. ¿Cuánto falta?, preguntan algunos… pero apenas estamos a mitad del recorrido. Este tramo gana en belleza tal como ganamos en altura, porque desde su parte altiva, es cuando la vista alcanza todo el azul, brumoso en aquella ocasión, del mar: costa, chaletones, rompientes, torre… Y desde allá arriba ya se oye el mar que oleremos casi tocando su romper. huele a mar y hay que comer. Una pequeña pinada nos presta su sombra y como en San Antonio, cada cual toma de lo suyo y de lo del vecino si éste se presta a ello.

Cuarto tramo —Playa, torre Badúm— Lo primero que hay que decir es que esta costa no se parece en nada a una playa, arena la habrá, pero antes tendrás que dejarte algún pellejo, caso de ir descalzo, hasta encontrarla bajo las aguas cuando éstas te lleguen por las rodillas… o puede que más arriba. No lo sabremos porque no haremos ademan de probarlo, simplemente transitamos junto a la bonita costa y sus pequeños acantilados en pos de la altiva torre. Ésta se hace pesada de alcanzar pues accedemos a ella en línea recta haciendo caso omiso a la carretera para coches que zigzagueante nos hubiera dado alguna tregua, pero nosotros no somos vehículos, ¡somos senderistas! —de los que más de uno allí, hubiera querido estar allá, en Peñíscola, tomándose alguna cervecita; senderistas no demasiado convencidos—… Pero la torre, sin convicción o con ella, es alcanzada y fotografiada del derecho y del revés. Allí nos vio posar para la foto grupal con Peñíscola de fondo, y de allí nos vio salir a por el último y definitivo de los tramos.

—de Torre Badum a Peñíscola «residencial Édison»—. Mucho y odioso coche por la pista de tierra muy clara y muy seca, los coches levantan nubecillas de tierra que tan lindamente toman nuestra sudada piel como la lluvia lo haría. Pero no llueve nada a pesar de los rayos… de sol, que encima son reflejados abajo, en la pista clara, y desde el suelo nos atizan en los morros, de manera que, protegidos los cogotes con gorros sufren nuestros rostros cabizbajos. Las escasas sombras cotizan al alza, tomamos al asalto la sobra de un pequeño árbol que no huye despavorido al ver como veintiuno que somos nos precipitamos bajo el mismo. Es un árbol valiente… y enraizado. Después de mucha pista topamos con el mar y con un culo, de hombre, que al darse la vuelta muestra su anticulo; parece Tarzán, alguno por instinto buscamos a Jane, pero ésta no aparece: Tarzán es un puto solitario… Casi en Peñíscola surge la única duda en la dirección de la marcha, parece que todo se va al traste, pero no, nada de eso; todo se va donde debe ir: al autobús esperándonos en «Residencial Édison» con el aire acondicionado a toda castaña. Alguno lo pagamos al día siguiente y sucesivos con una tos y unas mucosidades que pudieran haberse quedado allá, en alguno de aquellos nichos…

Descargar Track de la Excursión