ALFONDEGUILLA
Circular de medio día - 9km - Dificultad media
13 de Marzo 2018

CRÓNICA

Paseíto por la Sierra, de Espadán; paseíto de poco a poco, sube que te sube; no mucho, la verdad. Entre alcornoques, no sólo «cabezas de», árboles, bastantes de ellos. El corcho que falta a muchos, a otros les faltará; no en vano estamos en una zona dedicada a este cultivo. Nos consta que también hay minería por el lugar, la hubo, más bien; alguna que otra bocamina está en esa zona. No las visitamos, tampoco el castillo de Castro, que permanecerá escondido a nuestra vista durante toda la jornada, salvo en un momento, que de estar atento, se deja entrever, o adivinar, porque no parece un castillo... Nosotros tomamos «las de Cantallops», cruzándonos con diferentes humanas expresiones del disfrute de la montaña. Unos homínidos optan por adelantarnos para más tarde confesarse extraviados y retroceder; otros zumban, también al adelantarte, cual avispones, dada su velocidad, para llegar a todas partes en el menor tiempo posible, como si no les gustase lo que hacen ¡rápido, que se acabe pronto!, son los «hombres runner», de neopreno sólo los guantes, en invierno. Vemos coderas, hombreras, rodilleras, cascos; y debajo, uno que da pedales, porque más abajo aun, está su bicicleta y el suelo y las piedras con las que poder estrellar tanta parafernalia sobrepuesta. Luego están los que, como nosotros, se toman la vida con más calma y tratan de saborear la montaña, pero no la compañía; son «lobos solitarios». Uno de ellos nos ayuda con la foto de grupo. El paraje es magnífico, una fuentica que no hemos conocido nunca seca, buena umbría alrededor y un mejor descenso que vendrá después de haber comido algo. Hay un cadáver que yace junto al camino. Años atrás, el cadáver no lo era y se erguía frondoso, repleto de hojas y frutos; pero todo pasa, nosotros por su lado. Deslizamos nuestras manos sobre su lomo hueco y caído, es una caricia que otras veces, cuando en pie, fue un abrazo. Sigue allí, tumbado, pero sigue siendo él; hasta que nada quede. A nosotros nos queda menos... menos camino, quiero decir... menos camino ¡de ese día!, reseño. Tan poquito que en nada nos plantamos en un mirador, y habiendo mirado, mira tú por dónde, ya casi estamos en el lugar donde todo comenzó ese día: Alfondeguilla. Y como por encanto, en apenas media hora, aparecemos en Burriana junto a una mesa, que sobre, tiene cervezas y junto, buena compañía... Y no me enrollo más, que para corta la marcha, larga la parrafada. ¡Salud!