PRAT DE CABANES
Circular de medio día - 13km - Dificultad baja

10 de Junio 2018


 

CRÓNICA



Previo a esta singular experiencia de, podríamos decir, senderismo ornitológico, hubo alguna duda al respecto de si podríamos llevarla a cabo o no. Saltó la alerta, a nivel de junta, cuando una de sus integrantes compartió con el resto, una primera plana de periódico en la que se advertía de una plaga de pulgas y garrapatas atraía, o extendida, a lomos de otras plagas de mayor tamaño: conejos y jabalíes. El «guasap» de la junta comenzó a llenarse de opiniones al respecto. Imaginábamos a los pobres senderistas llenos de garrapatas ¡o pulgas! que sería mucho peor; las llevaríamos puestas hasta casa, donde se extenderían a toda nuestra familia. ¿Nos cortarían el pescuezo?, ¿la familia, los compañeros senderistas? Indudablemente habría sangre; la de los picotazos, por lo menos... Todas estas ensoñaciones acabaron cuando desde la guardería del parque se nos habló de total normalidad en la zona; sin plagas que pudieran alarmar.

Sin embargo la alarma sí saltó, y a las primeras de cambio; y no fueron garrapatas, pulgas, conejos o jabalíes: «¡Los Mosquitos A-se-si-nos!»... No, no es el título de una película de miedo, fue la cruda y terrorífica realidad inicial. Quién más quién menos hubiéramos preferido otros títulos en la cartelera del día: «Mamá pato y sus patitos», «El cisne risueño», «El último vuelo del Cholitejo patinegro»... qué se yo; cosas de pájaros, aves en un entorno bucólico... amenazado, por cierto, por una tormenta que se dejaba oír y ver pero que, afortunadamente —gracias, oh Señor—, se diluyó sin mayores consecuencias.

Poco a poco el panorama cambió a mejor, aunque para entonces, una de las senderistas se hubiera dado a la fuga retrocediendo, desesperada, hacia la seguridad de su coche. Allí nos esperaría. El resto continuamos y, entonces sí, libres de «las plagas de Egipto» aunque señalados por ellas, pudimos disfrutar de la presencia de alguna de las aves preanunciadas en folios informativos, a todo color, cortesía de nuestra guía de la jornada. Visto el primero de los circuitos, pasados dos miradores, llegados a la playa, caminado hacia los coches y reencontrados con la muchacha fugada de primera hora; pusimos rumbo a reponer fuerzas como hacía tiempo que no hacíamos: a mesa puesta y con bocadillos al gusto de cada cual, cerveza y carajillo; a escote, claro.

Comenzaba, en la sede del Parque Natural del Prat de Cabanes-Torreblanca, la segunda parte de la jornada; la cuestión del momento era si optar por una ruta de 4 quilómetros o por la prevista del doble. Casi sin darnos cuenta pusimos pie en la de 8 quilómetros en busca de las aves de este nuevo entorno. Hubo que llegar a la playa y hacernos foto grupal junto a los restos de un cuartel de carabineros (antiguos vigilantes armados de costas y fronteras), para que aparecieran los primeros especímenes. No sabemos si se trataba de aves autóctonas o alóctonas, pero todas sí de la misma especie de pájaro: «Homo erectus»... bueno, más bien «Homo erguidus», por mejor decir y mayor decoro. Si alguien intentó buscar en las hojas descriptivas a todo color de la mañana, apuesto que no encontró tal tipología avícola...

Y así fue que llegamos, pasando por unas interesantes dunas fósiles, al final de nuestra segunda etapa del día, y lo hicimos al borde del cierre del centro interpretativo. Eran las dos; a las tres estaríamos en casa «sin pulgas ni garrapatas».

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