ALCALÀ DE XIVERT
Circular de medio día - 13.5km - Dificultad baja
25 de Noviembre 2018

CRÓNICA

Hoy, no llegaban las cosas; esa ha sido la cuestión predominante a lo largo de este día. «No me esperéis que se m´han pegao las sabanas», «esperadme que ya llegoooo», «hola, no me ha sonado el despertador, en 10 minutos estoy»… Este último guasap ha sido un poquito más preocupante, no en balde ese despertador «offside» ha dejado en la cama, precisamente, a nuestro guía de la jornada. De hecho, y al volante de un Subaru tracción a las cuatro ruedas, rumbo a destino, las primeras rotondas han delatado su aún estado somnoliento. Poco a poco… bueno, de manera una tanto acelerada en un principio, hemos llegado a los pies de la «Cruz del Francés» que, al parecer, no lo fue; sino que una bala de estos, los franceses, acabó con su vida en aquel lugar allá por el ¿1800 y pico? Junto a la cruz hemos dejado nuestros coches.
Comenzado el supuesto corto camino hacia el castillo de Alcalá (ahora ya sabemos que además de una famosa puerta hay también un castillo), nuestros pasos nos han llevado hacia un escondido, llamativo y fecundo valle entre las zonas altas de la sierra de Irta y las no tan altas de un ramal de la misma sierra. Los señores templarios, por lo que parece, eran quienes trabajaban los ricos bancales… o, más bien, mandaban trabajarlos. Los actuales naranjos del principio, adentrándonos y remontando el valle, se han ido transformado en bancales abandonados llenos de pinos invasores y restos de olivos que estarían allí, quizá, antes de los pinos. Un barranco que transcurre por el fondo del valle, cada vez se ha hecho más notable y profundo; nosotros hemos subido, el barranco ha quedado allí. Una vez rebasado, unas puntiagudas piedras han servido de incómodo aposento para, desperdigados, dedicarnos a comer algo.
A todas estas, y transcurrido ya unos buenos quilómetros desde el inicio, nadie ha atisbado ni rastro del castillo. Cuando sospechábamos que se trataba de un reclamo publicitario, que tal castillo no existía, que el líder «del rebaño» nos estaba tomando el pelo y que, como he dicho al principio, no llegaban las cosas; en un recodo de una pista de un camino de un monte, allí colgadito, ha aparecido el mentado castillo de Alcalá (de Xivert). En vías de restauración, su visita ha valido la pena. Quien más quien menos se ha dejado trasladar imaginativamente a esa «bucólica, magnífica y estupenda» Edad Media que lo albergó en todo su esplendor.
Aún quedaba ruta de camino a la Cruz del Francés que no lo era. La cresta del «ramal de la sierra de Irta menor que la sierra principal», ha sido recorrida con el mar y las cumbres del Desierto de las Palmas de telón de fondo; luego ese telón ha desaparecido en favor de la población de Alcalá con su llamativa torre campanario destacando y, entre pinos, en descenso prolongado y una incipiente lluvia, nos hemos vuelto a subir al Subaru con tracción cuatro por cuatro y a los que no lo eran, ni Subaru ni tracción total, y nos hemos venido «pacá» con el tiempo justo para llegar a la paella del domingo.
¡Ale! que soñéis con príncipes y princesas de un castillo de cuento, y que no suene despertador alguno para que el «se m´han pegao las sabanas» haya valido la pena tanto como el haber participado en la ruta de hoy. ;-)