FORCALL, NAVIDAD 2018
Circular de todo el día - 7.5km - Dificultad baja

16 de Diciembre 2018



CRÓNICA



Pues resulta que era un Rey que tenía tres hijas, las metió en tres botijas y las tapó con pez; y las pobres princesitas lloraban desconsoladas que su padre… Cuéntame un cuento y verás que contento me voy a la cama y… ¡Ups!, ¡que no era ese el que quería contarte!, a ver si me aclaro.

Pues resulta que era un bus que tenía tres ventanas (puede que alguna más, pero como hubo mucho vaho, no se podía saber… «¡Ozú, qué caló!») y un conductor que le gustaban los rodeos, pero también la velocidad; por ello es que llegó a destino según lo previsto y así todos sus pasajeros pudieron dar comienzo a lo que habían ido a hacer. Y aunque todos ellos, de primeras, buscaron el bar denodadamente, sólo algunos en él quedaron atrapados por extraño encantamiento. Otros, los más, consiguieron escapar del ensalmo del cremaet matutino y se dispusieron para la caminata pactada de antemano: Había que subir a una de las muelas de aquel Forcall que quedaría más abajo.

Prosigue el cuento que te cuento con la subida a una muela, que no era de ogro alguno pero sí la llamada «de la Vila», ésta dejó ver y entender, a cuantos hasta ella se encaramaron, el porqué del nombre de la población; Forcall quedaba encastrado entre dos ríos y, a vista de halcón o ave Fénix, se pareciera la visión del enclave, a ese apero de labranza que en castellano conocemos como horca y en valenciano como Forca o forcall. La medieval Morella permanecía allá a lo lejos, en toda su majestad, impertérrita a cuanto nuestros audaces senderistas divisaban, deglutían y bebían. Se descorchó una botella de cava, algo sin parangón en plena caminata… las fechas lo requerían. Hubo foto, hubo celebración, hubo que bajar.

Pues resulta que era Navidad y que había que llegar al lugar donde los esperaban para darles de comer. Antes acudieron al rescate de aquellos que quedaron en la población subyugados por bocadillos y entre efectos espiritosos de diferente manifestación… fueron rescatados y el grupo, ahora unido, continuó su camino de camino a nueva posada donde posar sus posaderas…

Pues resulta que era un bus que tenía tres ventanas (puede que alguna más) y un conductor que, aunque le gustaban los rodeos y también la velocidad, no tuvo otra que seguir el único camino que les llevó, a todos, a aquello templario, de templo, que se encastra en una montaña y que se conoce, o se define allí, como La Balma.

Se comió, se comió bien; se bebió, se bebió bien; quien quiso repitió, de lo uno y de lo otro… y después uno que era presidente agradeció presencias y ausencias. Nombró a todos quienes habían hecho posible aquel año de actividades que ahora se cerraba para dar paso al siguiente. Brindis, sorteo de dulces, y no tan dulces; productos navideños, y no tan navideños, y poco más me queda por contar en este cuento que te cuento.

Pues resulta que era un bus que tenía tres ventanas (puede que alguna más, pero como era ya de noche no se podía saber) y un conductor que le gustaban los rodeos, pero también la velocidad, y que doce horas después de haber comenzado su servicio lo acababa donde lo empezó; frente a una piscina allá, en otra población, con otro río, que se llamaba, todavía hoy, Burriana. Pero eso es otra historia…

Y colorín colorado este cuento que te cuento se han acabado.

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