LA POBLA TORNESA
Circular de medio día - 8.5km - Dificultad media

3 de Marzo 2019



CRÓNICA



De cueva en cueva y sigo porque me toca. Tres cuevas, no está nada mal para una ruta de medio día y tan cerquita de aquí. Entre gruta y gruta un único denominador común: Polen. Sí, fuimos todos polinizados, profusamente polinizados; nuestra ropa, nuestro pelo, mochilas, gafas de sol... De haber sido flores, no sé cuánta «gestación» después, seguro hubiéramos dado fruto.

Polinizados pues, fuimos a por la primera de las cuevas, la más próxima a Pobla Tornesa, la de la Vila. Frontales a la cabeza, testa gacha al entrar para evitar testarazos y a jugar un rato a ser exploradores en tierra ignota. Exploramos oquedades asequibles a nuestro nivel, muchos focos, muchas fotos, y de cueva en cueva y sigo…

De camino a la siguiente oquedad nos topamos con el Pou de la Figuera. No vi la Figuera, lo confieso, sí el pou que colma el abrevadero junto a él... siempre que alguien ponga empeño en llenarlo y se lie, pozal abajo pozal arriba, hasta dejarlo listo al hocico de algún agradecido animalito.

Y en estas que llegamos a la Cova Negra; en ella, parada y fonda. Feliz cumpleaños, bombones y sidra para celebrar que cumplir, años, es tan grato como incómodo… Curiosidades de la vida y su tic tac sin cuenta atrás. Aquí no hubo que explorar o, por mejor decir, no quisimos meternos por el pequeño hueco que daba hipotético acceso a las entrañas de la montaña. Demasiado estrecho para un día de cumpleaños.

Malandrín. Según la RAE: (del italiano Malandrino ‘salteador’) Maligno, perverso, bellaco.

La cueva de uno de estos perversos estaba por allí, nosotros también. Acercarse a su boca ver una escalera y cruzar miradas, fue suficiente para que uno tras otro descendiéramos a por el bellaco del lugar que, afortunadamente, ese día, no estaba por allí, pero se había llevado todo cuanto haría de esta cueva una bonita maravilla natural. Lo que otrora debieron ser estalactitas y estalagmitas de ensueño ya no estaban donde deberían ¡malditos malandrines!

Nuevamente en la superficie nos pusimos caminito de los 522 metros del Tossal de la Vila y de todas sus vistas, que eran muchas y de mucha amplitud. Y seguimos, ahora para abajo, como los motoristas que se dejaron ver por allí, en dirección a la ermita de Sant Joan donde nos hicimos foto grupal (de grupo, no de grupa). También nos hicimos una cervecita bien refrescante, pero eso fue ya en el pueblo y con el trabajo del día cumplido.

Pues eso: caminamos, charlamos, disfrutamos. Que no es poco hermano.

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