Viento, rodeno y cerveza... y poco más se puede decir. Ya está, todo explicado. Crónica completada.

Entendedme, dados los tiempos «caninos» que corren hay que ahorrar hasta en palabras, de ahí lo escueto de la crónica de hoy. Saludos y feliz año recién estrenado... ¡Au!

...Bueno, vale... por el bien del entendimiento entre los seres llamados humanos, vosotros —y yo—, me extenderé un tanto más sobre lo anterior. Tomad nota por favor:

Viento: Porque lo hizo. Rodeno: Porque lo hubo. Cerveza: Porque se bebió.

¡Qué! ¿Que aún me he quedado corto sin favorecer el entendimiento entre los seres llamados humanos entre los que incluso se me cuenta?... ¡Venga, un poquito más y acabando que es gerúndio!

Viento: Si fuese un montañero auténtico, o un marino, mejor, te diría de qué componente y con qué fuerza soplaba, si rolaba o no, además de su temperatura, que ya te puedo decir que, afortunadamente, no era muy baja para un día 10 de enero en plena umbría. De todo lo dicho, quédete claro que hubo viento durante todo el ascenso y el cresteo. ¿Molesto? sí, ¿molestó? que sí, ¡y punto!

Rodeno: Si fuese un buen geólogo, te hablaría de las distintas variedades de piedra que te puedes encontrar en la zona, te diría que había algo de pizarra, un poquitito de cuarzo y, por supuesto, rodeno, mucho rodeno, abundantísimo rodeno en forma de peñascos que hubo que superar trepando. ¿Vértigo? sí, ¿nerviosismo?, el justo, el adecuado para mantener cierta tensión y no ser víctima de la confianza. ¿Divertido? sí, por supuesto... ¡Y punto!

Cerveza: Si fuese amante del lúpulo embotellado, te hablaría largo y extenso sobre las diferentes rubias que me seducen, pero como no lo soy, te diré que las de tercio no me seducen tanto como las otras... Las tostadas, quiero decir; que se quedan en nada cuando las comparas con las morenas... Pues de de unas y otras las tuvimos. ¡Y punto!

Espero que esto, ahora sí, haya sido suficiente para el buen entendimiento de los seres llamados humanos, o no. ¡Au!