ALMEDÍJAR, HOMENAJE A JUANMA BONET
Circular de medio día - 14km - Dificultad media
12 de Marzo 2017

CRÓNICA

Diario de avatares, rumbos y desventuras del capitán Mil Cumbres de Serrano y Quebrada.
—Bitácora inconexa. Cuaderno primero, día primero.—
Dejad que me presente ante los extraños ojos que de este cuaderno atestigüen su lectura, que aunque mi tripulación bien sabe quién comanda, no así vosotros, lobos de montaña que aún no sabéis que lo sois. Aullad mientras podáis, mirad a la luna; permaneced libres los que aún no estáis enrolados en los avatares de éste que escribe, entre tumbo y escora, ladeada la nave, rumbo a lo indecible: Soy el capitán Milcum, que de esta manera se me conoce de ensenada a punta señera.
12 de marzo de 2017. ¡Gloria eterna al compañero caído! Con este sentir recordamos al marino montés que un año atrás determinó navegar plus ultra de nuestros dominios. Placa conmemorativa, flores y palabras de gratitud hacia su persona. —Marino Juanma Bonet: ¡Presente!.
Tras una salva de aplausos, hemos decidido acabar la singladura con la que no pudo nuestro compañero. Ajustadas nuestras botas, pertrechados con lo necesario, dispuestos al frente y en la retaguardia por dos de nuestros mejores baluartes, hemos puesto rumbo al pico Cullera. Ya desde un primer momento, las fuerzas han flaqueado en una de nuestras mujeres de a bordo. Salvado el escollo, retomado el brío en el andar, detenemos nuestra marcha junto a un ruinoso corral: hemos alcanzado la cota 800.
Alguna de las mil cumbres que me dan el nombre, quedan a nuestra vista en majestad y belleza. Allá las tenemos: Espadán, Rápita, Bellota, Javalambre, Peñagolosa... y más cerca, mas a nuestro alcance, la que no se dejará tomar sin antes haberla sudado: Cullera, cota 980. Atisbamos desde ella, entre otros, los meteoros amenazantes que aún en la distancia prometen darnos alcance si ralentizamos nuestro surcar. Por el momento sol radiante, calor notorio. Rola el viento, rolamos nosotros en descenso; entre tropiezo y resbalón agotamos nuestras fuerzas a la esquiva de ramaje desgajado de fuste.
Almanzor, el barranco, nos ve cada vez más cerca; estamos a su nivel: cota 400. Abrimos botas y viandas, reponemos nuestro vacío estómago; algarabía entre los maderos que hacen de balancín y que a los niños satisfacen... y a los marinos cansados también; casi hemos concluido nuestra singladura. Rememoramos, junto a la mesa puesta y repleta, vivencias en otros galeones, de otros tiempos, de otras barbas no tan canas: abordajes, desaires y bonanzas.
Dejado Almanzor, como antes, cuando más arriba, las cabeceras de otros barrancos: de Rodana, Malo, del Agua Negra, hemos llegado a puerto seco. Almedíjar nos da de beber, nuestro gaznates sorben la rica cerveza que mana de sus tiradores.
Completados los 360⁰ del extenso viraje de este día de singladura, aún queda al alcance de la vista la estela de la mañana; tiene forma cuadrada de 15 por 15 centímetros, refulge plateada, perenne en el recuerdo y en la roca. Reza «En la cumbre nos encontraremos»: cota 440.