ALCIRA
Circular de todo el día - 8km - Dificultad media
4 de Febrero 2018
CRÓNICA
De Burriana a La Murta, pasando por Alquerías, con gentes de toda la provincia. La cosa pintaba bien, tan solo la lluvia podía deslucir el esfuerzo preparatorio de «los del Niño». Pero no fue así, más bien, al contrario, el agua caída antes de nuestra llegada, realzó colores y aromas y todo salió a pedir de boca. Llegó el colofón con la visita al Real Monasterio de Santa María de la Valdigna, en él rememoramos el pasado y concluimos no demasiada disonancia con la realidad actual...
Dos autobuses nos acercaron hasta Alcira, portal de entrada al paraje natural de La Murta; parece que no fue sencillo que nos dejaran pasar a un grupo tan numeroso, pero se consiguió y nos encaminamos por pista hacia las ruinas del Monasterio de la Murta: fotos, almuerzo, mirada al cielo por si este se desplomaba en forma de lluvia, fin del almuerzo, pista que subió y subió y sudaditos nos dejó; alto en el camino, recuperación de alientos y efectivos, empinada senda... ¡y a por la Cruz del Cardenal!
Desde aquella altura, Ribera Baixa y Horta Sud, se divisaban totalmente; la ciudad de Cullera, gracias a su letrero montaraz, la más reconocible entre las que inundaban aquella plana valenciana. Quedó a nuestra izquierda, desde la cruz y siguiendo la cresta, el conocido como Espoló y el Cavall Bernat. En esta ocasión no contarían con nuestra visita: mucha gente, suelo resbaladizo, demasiada verticalidad... Buen tino por parte de la organización al omitir esa visita, por aquella vez. Quien quiera, nosotros querremos, que lo visite en otra ocasión... ¡Queda pendiente pues subirse al «Caballo Bernardo»!
Lo que no se quedó en tintero alguno fue la visita a lo que queda del otrora esplendoroso monasterio de Simat. Altamente recomendable. Allí, quien tuviera viva su imaginación, pudo viajar en el tiempo y colocar junto a cada arco, pozo, muro, capilla; a algún monje, visitante o abad de los que en su momento, por allí, se andarían menesterosos Dios sabe en qué.
Nosotros, acabada la visita, archivado en nuestro haber senderista otro lance más, dejamos atrás aquel territorio; pero no por mucho tiempo, esperemos... ¡Ah! y que sea de tu mano, no nos falles.