PUZOL
Circular de medio día - 9km - Dificultad baja

25 de Febrero 2018


 

CRÓNICA



Y a la tercera, cómo no, fue la vencida. El primer intento —14 de enero— se truncó porque una carrera de montaña fue a coincidir en fecha, hora y lugar, con lo que teníamos previsto nosotros. La segunda ocasión —28 de enero— en que teníamos pensado subirnos al Picayo, fue la lluvia anunciada y el viento asegurado el que nos hizo desistir. Ahora, este 25 de febrero, sin pronóstico climático en contra y sólo con la incerteza del número de asistentes, tan a la baja en la actualidad, el acceso al roquedal parecía posible... ¡Y lo fue! Para los 7 que quisimos estar allí.

El inicio de ruta, anunciado como el menos bonito, por descuidado, había cambiado a mejor. Ahora estaba limpio, fácil de pisar y de seguir por la parte de atrás del otrora gran Casino Monte Picayo. También las marcas del GR-10 estaban repasadas y no admitían lugar a la duda, por lo que cualquier principiante en el mundo del senderismo hubiera logrado llegar a donde nosotros. Fácil, corto, cómodo y bonito.

La subida, propiamente dicha, acabó en un collado que llaman Claro de Luna, poco después del aljibe de los Cipreses. Surge del collado una senda que va en dirección a las antenas del Picayo; descartamos ésta en favor de la pista asfaltada. No por amor a lo hormigonado, sino por temor a las colmenas que están junto a la senda, al final de la misma —descubrimiento éste realizado cuando, dos, fuimos allí por primera vez y ante las cajas, pasado el cartel de «Peligro, abejas», decidimos no seguir indagando alternativas y regresamos al Claro de Luna—. A pesar que ahora éramos 7 y hubiéramos salido a menos picaduras por cabeza… o brazo o cara; vaya usted a saber, no quisimos volver a arriesgar.

Ya en la cima, altamente recomendable, las panorámicas, aunque truncadas por la bruma, se intuyeron magníficas. Allí, el almuerzo, la exploración, foto de grupo; y, desde allí, tras cuarenta minutos en la cumbre, el descenso: Senda, santuario —de la Virgen Milagrosa—, calvario con estaciones desdibujadas y vuelta al mundo urbanita a modo de construcciones de cierto lujo. Una nueva pasada, ahora por la parte de delante del casino, en dirección al inicio de la ruta pondría fin a la misma.

Y como sobró tiempo, constituidos en asamblea debidamente convocados en tiempo y forma por la hermana de nuestra secretaria y por acuerdo unánime a pie de carretera, se decidió aprobar la propuesta sugerida y emplear ese tiempo sobrante en tomar alguna cerveza en el primer bar que encontráramos en Puzol. Dicho y hecho. Y cayeron los tercios, los quintos y un poquito de ensaladilla rusa sobre la mesa; y se habló del CEB y de su mala racha, y se vio ánimo y propuestas… ¡Continuará!... ¿Esta vez contigo?

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